LA JUNGLA  Javier Elio

» Si tienes un documento importante, ten al menos una copia de seguridad. Todos hemos pasado por ese momento de pánico absoluto en el que hemos eliminado por error el archivo que no tocaba, o el programa ha decidido unilateralmente cerrarse sin guardar y ha dejado el archivo corrupto y no se puede abrir. La mayoría de veces suele ser con archivos menores o se pierden unas horas de trabajo y la sangre no llega a colapsar el río. En otras ocasiones sí, y el pánico puede ser absoluto. Y si no, que se lo pregunten a Pixar. En 1999 Toy Story llegó a los cines con una secuela que no solo estaba a la altura de la original, sino que la mejoraba en muchos aspectos. Tras el éxito de la primera entrega y de Bichos, asentaría al estudio como uno de los grandes sellos del audiovisual americano. Y todo estuvo a punto de irse por el retrete cuando uno de los animadores introdujo el comando equivocado en el archivo equivocado. Aunque mucha gente pueda tener a la animación como un género menos y más barato y sencillo de realizar que una película de imagen real, la realidad es todo lo contrario. En una película de animación hasta el más mínimo detalle tiene que ser creado desde cero, desde los personajes hasta la lata de refresco que hay tirada en un rincón. Como referencia, el presupuesto de Toy Story 2 era de 90 millones de dólares, en comparación, Star Wars: La amenaza fantasma, estrenado el mismo año contaba con 115 millones. Por cierto, Toy Story tuvo 30 millones de presupuesto, lo que deja claro el salto que dio Pixar en solo cuatro años. Para entender como pudo Pixar borrar casi por completo una película, hay que entender que decenas de personas -un total de 150 para toda la película- trabajan de forma en los mismos planos: desde la persona que se encarga de dar forma a los modelos a quien los anima, pasando por los encargados de la luz. Los planos estaban todos almacenados en el servidor central, y cada plano contiene cientos de subarchivos con cada elemento que se ve en pantalla. En ocasiones se acumulaban excesivos subarchivos, por lo que existía un comando, /bin/rm -r -f *, que servía para borrar todos los archivos por debajo de un directorio. Y alguien lo ejecutó en el directorio raíz. »